lunes, 17 de octubre de 2011

Que si por amar hay debate, a mi no me sirve un empate.

Hace tiempo que recuerdo eso del amor correspondido con tristeza, con añoro, a veces con miedo, y otras incluso con odio.
Lo recuerdo como aquellas noches en las que notabas el calor de su mano en la tuya, esas noches en las que las miradas huían por miedo a encontrarse y robar, volverse ladronas, de besos, de caricias... eran esas noches en las que un te quiero hacía temblar a cualquiera de los dos. Esas noches que dejaron un hueco, una sombra, el espectro de su paso, y un maldito y a veces, triste recuerdo.
Yo no te pido una de esas noches de caricias, besos y te quieros, de amor, miradas y juegos. No te pido que me quieras, tampoco tenía pensado que lo supieras, porque no voy a correr el riesgo de perderte, de ninguna de las maneras posibles. No te voy a pedir compresión, compasión, ni piedad, solo, que me leas esta vez.
     Te pido verte una vez a la semana con la mejor de tus sonrisas, y lo primero que pilles por el armario. Te pido eso, y que no me dejes, que la amistad no se esfume como el humo de un cigarro.

Dicen que si realmente quieres algo, debes dejarlo ir. 
Para mí quiere decir que a pesar de que yo te quiera, tu tienes tu vida, yo no tengo, desapareció junto a ti el día que te vio por primera vez, y hasta el día en que se canse de perseguirte intentando agarrarte de la mano, yo, seguiré aquí, sonriéndote cuando te vea, como la ilusión de una amiga más.

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