¿Nunca te has dado cuenta de lo que nos cuesta ser felices?
Con lo fácil que sería querer lo que uno tiene.
Pero no. Nosotros vamos siempre a por lo difícil, y así nos va.
Nos enamoramos de gente que está lejos; y no hablo de kilómetros. Queremos lo caro, lo complicado. Lo dejamos todo a medias, menos los cigarros y las botellas. Llenamos los vasos por la mitad cuando hay agua de sobra para llenarlos. Y nos conformamos con sonreír una vez al mes. Con ir enfundados en vestidos, vaqueros y zapatos con complejo de rascacielos. Hacemos demasiadas veces lo correcto, y dejamos los placeres para cuando sea tarde.
Imagínate darle la vuelta a todo.
Enamorarnos de nosotros mismos, y después del resto del mundo. Acabarlo todo; las sonrisas, las miradas, los besos... y que sean las botellas y los cigarros, los que se queden a medias. Que se salga el agua del vaso. Sonreír cada día, a cada hora. Ir en chándal y deportivas por la vida. Hacer algo que de verdad queramos, al menos una vez al día. Perder el miedo a las alturas, a la oscuridad, a la soledad. Reír como si no hubiera mañana. Soñar como si no existiera el presente. Sentir como si nunca te hubieran herido. Chutarte a felicidad, de esa que nunca entiendes de dónde viene.
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