miércoles, 20 de marzo de 2013

QUINCE kilómetros.

Yo es que antes iba de fuerte, creía que podía con todo, con todos. Y ahora sé que no. Que si tú me faltas no puedo ni conmigo misma. No soportaré el peso de mi sombra, ni el de tu recuerdo. Que quiero tus labios a cada segundo que pasa del día, necesito esa mirada cerca para poder sobrevivir, y oír tu voz para conseguir dormir cada noche. Tenerte cerca, tan cerca que no respire. Despertarme en medio de la noche y en vez de resignarme y volverme a dormir; sonreír, porque tengo tus brazos rodeando mi cintura, sabiendo que no vas a dejarme escapar. Sé que hay días en los que creo que me muero, de miedo, de echarte de menos; de volverte a ver, volverte a abrazar. Y es que tú me das la fuerza que me falta para que esos quince kilómetros me los pase por el forro del pantalón. Que la poca cordura que tenía se me ha escapado detrás de esos ojitos color cielo, se ha quedado colgada de las comisuras de tu boca. Y no la quiero. No quiero estar cuerda. Te quiero a ti, a tus noches, a tus besos, a tu manera de hacerme reír, de hacerme olvidar todo lo que me quita la sonrisa de vez en cuando. No quiero a nadie que no seas tú. Tú eres mi vida. Mi pequeño.