lunes, 12 de diciembre de 2011

Crónicas de un sueño.

Estaba sentada, en un banco, rodeada de ellos, se suponía que tenía que ser la persona más feliz de la faz de la tierra en esos momentos. Pues no ha sido así. Y la verdad, es que era completamente lo contrario. No era culpa de mis pequeños monstruos, para nada. Ganas de llorar. ¡Me falta él, coño! Joder, parece que solo me doy cuenta de que lo necesito cuando se va de mi vera. Joder, joder, joder. Sí, ya, y además digo tacos como si fuera una metralleta, lo siento, soy así. Te quiero, te quiero, y te quiero. Y yo no sé cuándo va a acabar esta tortura, aunque, quizás solo yo tenga la manera de pararla.
Y entonces salgo corriendo, todos detrás de mío, aunque yo no estoy pendiente de eso, tropiezo, me levanto, qué más da, alguien me grita de fondo, no hago caso, te quiero, yo sigo con la mía, y entro y lo busco con la mirada, no lo encuentro ¡¡joder!! ¿y ahora qué?, una voz en la otra punta, “es por aquí ” entramos. Todo lleno de gente, hasta los topes, sigo buscando, sin éxito, se apagan las luces, empieza, nada, bueno, en fin, qué más da ya, empieza la música. Es él. No puedo respirar. Como por inercia, me voy acercando al escenario. Gente que me grita que me agache, gente que me mira extrañada, otra que es indiferente, y otra que mira, enternecida. Antes de que me dé tiempo a darme cuenta estoy pegada a la segunda fila de la derecha. No me ve, no me importa, yo a él sí. Acaba. Aplausos. Ellos al fondo silban, él entonces se da cuenta, sonríe, y se hace a un lado, dejando paso a un hombre de traje de corbata barata y espantosa, que al parecer presenta el… espectáculo. Y entonces, como quien solo ve esto en las películas, salgo disparada, escaleras arriba, me subo al escenario, me doy cuenta de que ellos me miran fijamente, algunos con la boca abierta. Él no me ha visto. No tardará mucho. Hablo con el trajeado, le ruego robarle dos minutos, es muy importante, me disculpo y me cede el micrófono.
  
Una charla improvisada, perfecto, se me da genial, o como diría para mí en estos momentos, de puta madre.
Estoy nerviosa, la gente se va calmando, él se da cuenta de quién soy, creo que alucina, entre ellos susurran un ésta que hace, a pesar de que otros se lo pueden ir imaginando.
“Buenas noches”…tartamudeo “Bienvenidos, siento interrumpir, pero me ha surgido algo bastante… bastante… no me sale la palabra… digamos que me corre prisa, aunque no tiene el porqué. Sé que a muchos de ustedes les importará bastante poco lo que yo pueda contarles de mi vida, lo siento, no me alargaré demasiado. No tengo dinero, ni mis padres trabajo, soy una pésima estudiante, y no estoy buena ni soy guapa. Esto me corre prisa, porque ya no lo aguanto más, y la mayoría de los presentes… supongo, que más de una vez en su vida, se habrá enamorado, yo no voy a ser una excepción. Y se preguntarán, ¿Por qué ahora? ¿Por qué aquí? Si he pagado para entrar ¿Por qué ésta cría tiene que cortarme el rollo? De verdad que lo siento, sé que me repito, pero cinco meses se hacen duros ¿saben? En fin, he dicho que no me iba a alargar y ya lo estoy haciendo. A lo que iba.”
Cojo aire, creo que voy a reventar. “Tengo el placer de presentarles a un chico qué aparte de tener una voz espectacular, tiene una nobleza, inteligencia, y sonrisa dignas de admirar, y para ser sincera no soy capaz de hablar con él un día y decírselo a la cara, no. Me hace falta hacerlo complicado, interrumpir un espectáculo, subirme a un escenario, y aburrir a más de trescientas personas. Porque soy especialista en complicarme la vida.” Respiro hondo. Estoy más que decidida. Me giro hacia él. “Te quiero, y no voy en broma, y me da igual que tú a mí no, no me importa en absoluto, pero no quiero que pienses más que nadie te quiere o que el destino no quiere presentarte a tu Julieta, porque no me parezco ni en la forma de hablar, lo único en común que ella y yo tenemos, es que moriríamos por nuestro Romeo.” Las lágrimas empiezan a aparecer, estoy algo distanciada del micrófono, pero se me oye por todo el pabellón con perfecta claridad.
  
“Por importarme, no me importa nada en este punto, ya no me importa ni el suspender, y por supuesto me importa un pimiento podrido, lo que pueda pensar toda esta gente de mí. Te quiero, por encima de los peros, del dinero, por encima de mí. Muchas gracias por aguantarme ustedes también” Me cuesta hablar, estoy llorando. Ellos están en la primera fila. “Buenas noches… que disfruten del espectáculo” oigo que la gente grita un –oh- bastante tierno a coro, y cuándo me giro para mirarlo por última vez, lo tengo detrás, me mira fijamente, se le nota confuso, pero decidido.
Me mira a los ojos. “¿Me quieres?” hago una mueca de resignación “Eso creo”… me sonríe. No se oye una mosca. Los espectadores nos miran, como en el cine. Les faltan las palomitas. Ellos creen estar en un  sueño. No son los únicos. Es solo entonces cuando de verdad siento que voy a perder el equilibrio, y lo hago, pero me agarra por la cintura. Y me mira a los ojos. Y queda de película, pero lo más ficticio de todo es, que es real “Estás loca” vuelve a sonreír, sonrisa incrédula. Sigue siendo preciosa. “Eso me han dicho, aunque dicen, que por amor se hacen… grandes locuras” Ahora se ríe, entorna los ojos, yo le medio sonrío estoy derrotada, y seria, pero me tiene… colgando en sus manos, más bien en sus brazos. “Pues creo que te voy a devolver la locura” pongo esa cara de extrañada que solo me sale a mí. Su madre, presente en la cuarta fila, cuento que a 5 asientos del pasillo está como si viera la película de amor más perfecta “¿cómo?” y entonces, no termino de creérmelo. Se decide. Aunque antes de hacer nada me mira a los ojos. Me besa. Dios. O esto es un sueño, o es posible que tenga razón y esté loca.
-Alba, aaaaaaalba, ¡Alba! – Estaba como en trance, oh, qué extraña sensación, imaginaciones mías, típico. Vuelvo en sí, algo confusa.
-¿Qué te pasaba?
+ Nada, estaba dando un paseo por las nubes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario