lunes, 4 de febrero de 2013

Me olvidé de querer imposibles.


Y me eché a llorar, aún no recuerdo por qué, supongo que fue un cúmulo de realidades que no era capaz de aceptar; que no quería aceptar. 
Sabía a ciencia cierta que un 'siempre' nunca duraba hasta el final, en cualquier aspecto, pero también era consciente de que habría sido capaz de dar todo de mí por que todo aquello que quería 'para siempre' durara hasta el final.
Supongo que en aquel momento, las ganas de recuperar todo aquello que me faltaba, que nunca había tenido, o, que con el tiempo se me había ido, me tragaron. Quise que aquellas personas que habían decidido hacer aquel viaje sin vuelta, volvieran; personas, y no personas. Quise que aquellos amigos que, por circunstancias, dejaron de serlo, viniesen a darme un abrazo y a decirme que lo mejor está por llegar. Quise volver a aquellos cuatro años, dónde no había mayor preocupación que aprender a leer. Quise borrar tantas cosas que hice y dije, que por un momento me olvidé de olvidar. Quise tantos imposibles en tan poco tiempo, que no me quedó más remedio que mirar en todo lo que tenía a mi alrededor y aquellos 'quise' no me dejaban ver. En aquel momento me dí cuenta de que todo aquello no iba a volver, por mucho empeño que le pusiera, pero que, sin embargo, lo que me había quedado alrededor era lo mejor de lo que tenía antes, y que lo mejor, siempre puede ser mejor todavía. 
En aquel instante, me olvidé de querer. De querer imposibles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario