Tenía una pila de ropa arrugada, libros amontonados en la esquina de la mesa y recuerdos que se pegaban entre ellos por hacerme más difícil el día a día. El trabajo se me amontonaba, al igual que el desorden en todas las esquinas de mi enana habitación, y sin embargo solo me apetecía dormir.Dejaba de lado las horas agazapada a la almohada, y cuando no, perdiendo el tiempo en alguna página de series on-line.
Siempre supe que sabía sobrellevar las peleas, pero no encajaba bien los golpes.
Fue ese golpe en mitad del pecho.
La habitación patas arriba. Hojas por la mesa. Humo en la ventana. El pelo enredado. El estómago vacío.
-¿Qué haces?- me decía algo por dentro. Sería mi cabeza, o mi estómago, que harto de oír su propio eco, había cobrado vida. Solo sé, que me di cuenta de que el golpe no había trastocado mi vida; me la estaba deshaciendo yo solita.
Me sentía libre, y capaz de todo, mientras cavaba mi propio hoyo.
Dicen que a veces no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos. Y fue en ese momento; sonaba aquella canción que adoraba cantar de la manera más cursi posible, y sin embargo yo seguía con el móvil, como si el silencio reinara mi habitación. Pero no. No cantaba. Y entonces caí, en que hacía días que no oía mi propia voz intentando destrozar alguna canción. Fue entonces, y sólo entonces, cuando supe que me perdía. No me lo podía permitir.
Volví a empezar desde donde me quedé. Y me miré al espejo siguiendo la canción 'Hello, is it me you're looking for?...'
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